Los smartphones están en constante evolución. Cada día salen nuevas aplicaciones para iPhone, Android, etc. y parece que nunca parará!
Los smartphones y las aplicaciones móviles están evolucionando constantemente. Cada vez se utiliza más la tecnología. Rara es la vez que montas en el metro o en el autobús y no ves a gente utilizando sus dispositivos móviles. A día de hoy, los niños de 10 años ya manejan un iPhone, se bajan aplicaciones y descargan juegos con una soltura casi casi de un informático. Si es que lo raro es no dominar este tipo de smartphones.
Es increíble, si echamos la vista atrás, ¡cómo eran los teléfonos!. A penas era un niño cuando llegó el primer teléfono móvil a casa, era de mi padre y se utilizaba puntualmente y para temas concretos. Con aquel telefonazo, que era enorme, pensaba que la tecnología había tocado techo. Iluso de mí, pues, a los pocos años o al año siguiente, llegó a mi casa una cosa llamada Internet. Ahí sí que pensé, vale, ahora ya sí que la tecnología ha tocado techo. Pero nuevamente me equivoqué.
No recuerdo el momento concreto pero de repente los teléfonos cabían en los bolsillos, mis hermanos mayores tenían móviles y hablaban a todas horas con sus amigos… Yo era un niño y, como uno de mis hermanos, solamente quería tener el mítico Nokia 3210. Este modelo marcó una época y su juego “Snake” ocupó el tiempo de los niños y adolescentes que, o tenían este teléfono o se lo pedían prestado a sus padres. Creo que casi todos lo hemos hecho.
Nuevamente la tecnología nos sorprendía, con teléfonos que tenían pantallas de color, cámara de fotos integrada… En estos tiempos ya tenía móvil, no era el tan deseado 3210 (que ya estaba anticuado). Antes de tener un móvil de color, tuve en mis manos un Motorola, no era el teléfono de mi vida pero cuando me lo regalaron me hizo una ilusión tremenda. Los móviles, en aquella época, ya se habían convertido en un aparato indispensable para todo el mundo.
La siguiente evolución ya no me sorprendió. Cuando tenía un móvil de color, si mal no recuerdo era un adicto al Messenger. Era predecible que acabarían creando un chat para móviles gratuito. Los SMS y el mismo Messenger iban a pasar a la historia. Las Blackberry, dispositivos móviles que por su aspecto parecían un mini ordenador y que normalmente eran utilizadas por ejecutivos, cayeron en manos de los jóvenes. Todo el mundo hablaba del BB Pin, cada usuario de Blackberry posee uno y era necesario para agregar a alguien y poder chatear con él. Al poco tiempo, crearon la aplicación llamada Whatsapp, pensado para todo tipo de dispositivos. Es la era de los Smartphones. Yo tardé varios años en poseer uno de éstos, veía que era innecesario. Es cierto que no quería un Smartphone pero mentiría si dijera que estaba seguro de que nunca tendría uno. Sabía que antes o después lo tendría y ese día llegó hace casi 2 años. A partir de ese momento, pude disfrutar de la comodidad del chat instantáneo en el móvil, de la descarga de aplicaciones, etc.
Hace apenas 1 mes, mantenía que los Smartphones eran innecesarios, que facilitan “la vida” pero que no son indispensables. Pero una noche de juerga por el centro de Barcelona me enseñó que, para mí, un Smartphone es fundamental. Lo que pasó aquella noche es que un gamberro me sustrajo el móvil sin que me diera cuenta, lo que se conoce como un hurto en toda regla. Esto paso un jueves, pues bien, tras duras negociaciones con mi compañía de móvil, supe que conseguiría un nuevo teléfono el lunes. Eso significaba un fin de semana sin móvil. Aquel fin de semana, no salí de casa, muy a mi pesar. No tenía manera de contactar con la gente. En esos largos y aburridos días me di cuenta que las redes sociales no son tan efectivas como los chats. Menos mal que al fin llegó el lunes y todo volvió a la normalidad.
De lo que me di cuenta aquel fatídico fin de semana, además de que ir por la b-20 a 111 km/h conlleva una multa de 50€ (la guinda al pastel de ese fin de semana es que me llegó una multa de tráfico), es que el Smartphone forma parte de nuestras vidas y que a pesar de ser prescindibles, han convertido nuestras vidas dependientes de dichos dispositivos.